Corazón Aquino, los zapatos de Imelda y Disney World



Ha muerto Corazón Aquino, primera mujer mandataria en toda Asia, nombre musical, al mejor estilo de una telenovela mexicana si se quiere, pero con el respeto que ya quisieran ésas. Su deceso ha provocado multitudinarias manifestaciones de tristeza y diez días de duelo nacional, decretado por Gloria Macapagal-Arroyo, actual mandataria de Filipinas.
Imelda Marcos, a sus 80 años, en el otro extremo del respeto y credibilidad, sigue en Filipinas, envuelta en un juicio por la corrupción y desfalco al que sometieron ella y su esposo, el ya fallecido Ferdinad Marcos, a su país, durante los años en que acapararon poder, dinero y zapatos.
Los miles de pares de zapatos que Imelda Marcos, ex reina de belleza, guardaba en sus múltiples mansiones a lo largo de Filipinas y New York, fueron el signo más poderoso que derribó la credibilidad de los Marcos, si nos atenemos a los símbolos más que a las cuentas bancarias regadas en varios paraísos fiscales, producto de su insaciable ambición.
Durante una época de mi vida, trabajé en un restaurant de comida rápida en Magic Kingdom, de Disney World, Florida, allí conocí a Fernando Castro, un filipino de 45 años. A pesar de su nombre y apellido españoles, Fernando hablaba, como muchos filipinos, sólo inglés. Ponernos de acuerdo era por instinto. La rutinaria mezquindad de la comida rápida, nos tenía a ambos sometidos: introducir maquinalmente papas fritas en sus cajas, para que un niño gordo y pagado de sí mismo engrasara aun más su panza al ritmo del último hit de Disney.
Lo odiábamos, nos uníamos. Pero la sublevación en la granja no es posible, al final del día, cansados de ser un apéndice de Walt, nuestras miradas eran las del derrotado que come feliz aquello que lo esclaviza.
Un día le pregunté acerca de los zapatos de Imelda. Sonrió. ¿Serían para él esas pilas interminables de zapatos rojos, amarillos, verdes, arcoíris, un signo de la debacle moral, de la ruina del político mañoso?
-Todos queremos lo mismo para nuestra mujer. Vos también. ¿Por qué creés que aguantamos todo esto?- respondió, lanzándome esa pregunta que aún me inquieta, no por su demostrada ambición, sino por su inquietante honestidad, sin ínfulas de pureza ni nada: en nosotros cabe más Imelda Marcos que Corazón Aquino.
Foto: Diario El País, España

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